Híbrido:
quizá esa sea la palabra que más le convenga a Carlos Echeverría Kossak. Habla
de su trabajo. Perfila su visión. Muestra el terreno en el cual se mueve.
Pero, claro, para eso hay fatalidades felices: ser
hijo de una pareja ecuatoriano-polaca es una: ella profesora de dibujo y de
pintura; él arquitecto. Ensayó la arquitectura en la Universidad San Francisco
durante dos años, abandonó la carrera y llegó a Cracovia a la Academia de
Bellas Artes; la mejor de Polonia. Ahí volvió al inicio. A pintar en forma
realista, con modelo incluido. Kossak le sacó partido a la línea, al trazo, a
la mancha, al gesto...
En la pintura empalmó los dos mundos. El perro que
se aparece en sus obras tiene la connotación sexual que se da en Ecuador. Y la
que tiene en Polonia: sumisión y lealtad, pues así llaman los ciudadanos a los
policías. El mono y el cerdo son de un simbolismo que reclama ser desplegado en
algunas direcciones. La política es una.
La realidad que él retrata no es exactamente un
póster. Él juega a confundir las pistas. A no ser inteligible enteramente. Hay
en él una mirada mordaz, irónica, burlesca que atraviesa esa parte de su obra
en que sus fetiches se solazan en situaciones primitivas y salvajes. Nada
puntual en todo caso a pesar de que algunos de esos personajes salen de la
realidad. En su taller, tiene carpetas con fotos de Putin, Berlusconi, Obama...
Colecciona retratos que busca en Internet sin saber mucho cómo terminarán en
sus obras. Algún día se granjean algún espacio y se cuelan en alguna situación
burlesca. Nada personal ni militante. Un simple recurso al humor, a lo
grotesco, a lo sarcástico. Como lo usó George Grosz, el gran pintor
expresionista alemán de los años 30. Como lo utilizó, en la misma línea y con
maestría, Luigi Stornaiolo.
En algunas obras vuelve la arquitectura. Espacios
inquietantes o dramáticos que subrayan la presencia o ausencia de seres
aislados. Imposible no ver en ellos un hilo de comunicación directa con Edward
Hopper. Sus espacios interiores, tan precisos como rectilíneos, los diálogos
íntimos entre sus personajes y sus entornos, la soledad subrayada, la paleta de
colores tan suya, ese falso realismo y su sofisticado juego de luces...
Kossak, a pesar de su juventud y su capacidad de
experimentar, ya es un mundo que toma cuerpo principalmente en las noches en su
taller. Hay bocetos tan pequeños que parecen insignificantes. Hay recortes que
se acumulan en desorden. Hay autores que le ayudan a cernir este mundo global e
inasible: Nietzsche, Jodorowsky, Adorno, o sociólogos como Zygmunt Bauman, cuya
obra Tiempos líquidos, inspiró poéticamente su muestra Liquidez.
José
Hernández
Rumbo cierto (200 cm x 100 cm) |
Bestiario (150 cm x 150 cm) |
Superstición (170 cm x 280 cm) |
Relaciones internacionales (165 cm x 120 cm) |
Hábitat (100 cm x 200 cm) |
Ayahuasca (160 cm x 400 cm) |
Fluidez (170 cm x 280 cm) |
Nubes urbanas (170 cm x 280 cm) |
Espacio natural (188 cm x 144 cm) |
Cancha (165 cm x 120 cm) |
Sala Proceso - Inauguración: 16 de mayo de 2013
Fecha de cierre: 21 de junio de 2013
Notas de prensa:
"En Galería Proceso se estrena una obra bipolar" - Diario El Mercurio, mayo 15 de 2013
http://www.elmercurio.com.ec/380786-en-galeria-proceso-se-estrena-una-obra-bipolar.html
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