martes, 11 de junio de 2013

Liquidez / Carlos Echeverría (mayo 2013)


Híbrido: quizá esa sea la palabra que más le convenga a Carlos Echeverría Kossak. Habla de su trabajo. Perfila su visión. Muestra el terreno en el cual se mueve.
Pero, claro, para eso hay fatalidades felices: ser hijo de una pareja ecuatoriano-polaca es una: ella profesora de dibujo y de pintura; él arquitecto. Ensayó la arquitectura en la Universidad San Francisco durante dos años, abandonó la carrera y llegó a Cracovia a la Academia de Bellas Artes; la mejor de Polonia. Ahí volvió al inicio. A pintar en forma realista, con modelo incluido. Kossak le sacó partido a la línea, al trazo, a la mancha, al gesto...
En la pintura empalmó los dos mundos. El perro que se aparece en sus obras tiene la connotación sexual que se da en Ecuador. Y la que tiene en Polonia: sumisión y lealtad, pues así llaman los ciudadanos a los policías. El mono y el cerdo son de un simbolismo que reclama ser desplegado en algunas direcciones. La política es una.
La realidad que él retrata no es exactamente un póster. Él juega a confundir las pistas. A no ser inteligible enteramente. Hay en él una mirada mordaz, irónica, burlesca que atraviesa esa parte de su obra en que sus fetiches se solazan en situaciones primitivas y salvajes. Nada puntual en todo caso a pesar de que algunos de esos personajes salen de la realidad. En su taller, tiene carpetas con fotos de Putin, Berlusconi, Obama... Colecciona retratos que busca en Internet sin saber mucho cómo terminarán en sus obras. Algún día se granjean algún espacio y se cuelan en alguna situación burlesca. Nada personal ni militante. Un simple recurso al humor, a lo grotesco, a lo sarcástico. Como lo usó George Grosz, el gran pintor expresionista alemán de los años 30. Como lo utilizó, en la misma línea y con maestría, Luigi Stornaiolo.
En algunas obras vuelve la arquitectura. Espacios inquietantes o dramáticos que subrayan la presencia o ausencia de seres aislados. Imposible no ver en ellos un hilo de comunicación directa con Edward Hopper. Sus espacios interiores, tan precisos como rectilíneos, los diálogos íntimos entre sus personajes y sus entornos, la soledad subrayada, la paleta de colores tan suya, ese falso realismo y su sofisticado juego de luces...
Kossak, a pesar de su juventud y su capacidad de experimentar, ya es un mundo que toma cuerpo principalmente en las noches en su taller. Hay bocetos tan pequeños que parecen insignificantes. Hay recortes que se acumulan en desorden. Hay autores que le ayudan a cernir este mundo global e inasible: Nietzsche, Jodorowsky, Adorno, o sociólogos como Zygmunt Bauman, cuya obra Tiempos líquidos, inspiró poéticamente su muestra Liquidez.
José Hernández

Rumbo cierto (200 cm x 100 cm)
Bestiario (150 cm x 150 cm)
Superstición (170 cm x 280 cm)
Relaciones internacionales (165 cm x 120 cm)
Hábitat (100 cm x 200 cm)
Ayahuasca (160 cm x 400 cm)
Fluidez (170 cm x 280 cm)
Nubes urbanas (170 cm x 280 cm)
Espacio natural (188 cm x 144 cm)
Cancha (165 cm x 120 cm)

Sala Proceso - Inauguración: 16 de mayo de 2013
Fecha de cierre: 21 de junio de 2013




Notas de prensa:
"En Galería Proceso se estrena una obra bipolar" - Diario El Mercurio, mayo 15 de 2013
http://www.elmercurio.com.ec/380786-en-galeria-proceso-se-estrena-una-obra-bipolar.html